Luis J. F. Frontela.
“No os pido si no que le miréis”, decía santa Teresa de Jesús a sus monjas, pero ésta es una invitación que vale también para nosotros cofrades del Santo Sepulcro, y más cuando habéis nacido en las entrañas de una comunidad de carmelitas Descalzos y tenéis vuestra sede en la comunidad de Carmelitas de San Benito de Valladolid
A quién hemos de mirar, a Jesucristo, a quien confesamos como el Hijo de Dios. Y para que hemos de mirarle, para hacer nuestro sus sentimientos, su forma de ser. Llevar las marcas de Cristo, es algo específicamente cristiano, y las marcas no son las llagas de los clavos, las marcas son los valores las actitudes de Cristo, que son las que debe hacer suya todo cristiano, y por supuesto todo el que se precie de ser cofrade, para quien la ley fundamental no es nunca los estatutos de la Cofradía, realidad transitoria y efímera, sino el evangelio.
La vida cristiana implica vivir a Cristo, no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí. Podemos preguntarnos: ¿Es Cristo, nuestro bien, fuente perenne de salvación? ¿Sigue siendo él una referencia viva en nuestras vidas?
El cristiano es aquel que confiesa a Jesús muerto en la cruz y resucitado como Señor, Salvador. Desde el Nuevo Testamento los cristianos se han caracterizado por el reconocimiento explícito de Cristo; por la confesión de su nombre, pues, como afirma el apóstol San Pablo, cristiano es el que “confiesan con su boca que Jesús es Señor y creen en su corazón que Dios le resucitó de entre los muertos”. Y aunque no sirve para nada limitarse a decir “Señor, Señor”, si no esta confesión no va acompañada de una vida que suponga cumplir con sus mandatos, decir “Señor” , referido a Jesucristo, es el rasgo distintivo del cristiano.
Soy cristiano por opción personal, nadie me impone serlo. Opción que implica tener una relación personal con Jesucristo, en la oración, en la práctica sacramental no sólo como modelo y ejemplo práctico de vida, en la determinación ética de la vida. Pero no basta sólo que Jesucristo sea sólo modelo y ejemplo práctico de vida, sino que se convierta en horizonte de esperanza, pues desde la fe comprendemos que allí donde está Cristo, allí estaremos nosotros para siempre con él. Es cristiano todo aquel cuyo vivir y morir está determinado por Cristo, como decía San Pablo: “No soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Creer en Jesús es seguirle. Discípulo de Jesús es quien hace lo que dice Jesús, no quien dice y no hace. Cristiano es el que lleva las marcas de Cristo, que no son las marcas de los clavos, sino sus actitudes ante la vida. Ser cristiano es cumplir los mandatos de Dios.
La vida cristiana, que es seguimiento de Jesús, es llamada a vivir el evangelio, vivir en cristiano, formar comunidad, grupo con aquellos que como yo se sienten y son también cristianos.
La cofradía del Santo Sepulcro debe hacer ver a sus miembros que están llamados a vivir el evangelio, a vivir como cristianos, por eso deben fomentar el espíritu evangélico. La cofradía si de verdad quieren ser significativa, comunidad viva en la Iglesia debe evitar parecerse a cualquier otra asociación de tipo lúdico-festivo o folclórico-cultural. Lo importante no es que el cofrade se ponga un hábito que oculta, sino que viva en cristiano, con rostro descubierto donde puede ser identificado como tal, y más en un momento social en que los cristianos tenemos que mostrarnos como somos y no ocultar nuestro rostro. Lo importante es que confesemos la fe, vivamos en comunión con la Iglesia, celebrando los misterios cristianos y dejemos que la fe determine nuestro comportamiento.
Si os fijáis bien el fin de una cofradía es aumentar el espíritu cristiano en sus fieles, no desfilar, no hacer procesiones, y no quiere decir que esto no este bien, porque cuando se pierde el sentido de pertenencia a la comunidad eclesial, y cuando dejamos de mirar a Cristo como el que inicia y completa nuestra fe, a Cristo como modelo con el que identificarnos, los desfiles procesional se convierte en un remendo del carnaval y las cofradías en chirigotas carnavalescas. En los estatutos de la Cofradía del Santo Sepulcro se dice que, “fiel al largo sentir de piedad y devoción del pueblo creyente”, lo que implica que como cofrade queda inscrito dentro, y no al margen, de la vida de la gran comunidad cristiana, el pueblo creyente. La cofradía, el cofrade personalmente, tiene por fin primordial de “dar culto al Señor muerto por nosotros, y por medio de este culto, aumentar en sus miembros el amor a la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, fuente perenne de santificación”. Lo genuinamente cristiano es cumplir el mandato del Señor, que nos dejo como testamento dos principios fundamentales, sin los cuales no entendemos para nada ni el cristianismo, ni la Iglesia. Uno de estos principios es el amor fraterno, “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. El segundo principio es: “Haced esto en memoria mía”, lo cual se refiere a la celebración de la Eucaristía, a mantener viva la memoria de Cristo. La celebración cristiana es recuerdo agradecido, un cantar y recordar actualizando las misericordias que Dios ha tenido con nosotros.
Nos hemos preguntado alguna vez si no habremos convertido la piedad, las manifestaciones religiosas en meras expresiones folclórica, si nuestra piedad termina siendo sólo eso, un resto folclórico, estaríamos en la muerte de lo religioso.
Para el cristiano la moral, que es un camino para ser más auténticamente “hombre”, no puede ser otra cosa que una moral del seguimiento de Cristo. Jesús no fue un moralista, más bien estuvo en contra del exceso de leyes y normas, y no por otra razón, sino por que asfixiaban la vida. Tampoco el evangelio, que debe ser nuestro proyecto de vida, es un código de moral, de normas y leyes de cómo hemos de comportarnos, qué hemos de hacer en cada momento, en qué me he de diferenciar de los otros. El evangelio, que guarda los recuerdos de Jesús, es una buena noticia, un estilo de vida, el de Jesús, que es el que, frente a tantos proyectos o estilos de vida con que nos bombardean cada día, debemos hacer nuestro los cristianos.
Jesús, en su comportamiento y en su mensaje, ofrece un estilo de vida alternativo al vigente, para su época y para la nuestra; Jesús supera, los códigos de comportamiento vigentes, proponiendo el la fidelidad a la voluntad de Dios que libera y ayuda a crecer como persona al que se adhiere a él.